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Cristianismo, los que profesan la fe de Jesucristo que recibimos de los Apostoles

Cristianismo
La religión de los que profesan la fe en Cristo Jesús que recibimos de los Apóstoles. La civilización que se inspira en la fe Cristiana. El cristianismo ha promovido e influenciado todos los aspectos de la civilización (la familia, las artes, las ciencias, el gobierno, la sociedad, etc.). El humanismo cristiano, inspirado por la Encarnación de Hijo de Dios, promueve la dignidad de la persona humana. Sobre todo se llama cristianismo a los principios objetivos de fe, culto y conducta que fundamentan esa civilización, la cual solo es cristiana en la medida que esos principios se practiquen.




El hombre «sabe», tiene el confuso y nítido presentimiento de que está hecho para un destino infinito, que por sí solo puede colmar ese «espacio» que experimenta en su interior, un espacio que tiene que ser llenado. Inquietud, insatisfacción, deseo, imposibilidad de contentarse con las metas alcanzadas: estas son las palabras que definen al hombre y a la ley más auténtica de su racionalidad. Experimenta un ansia de búsqueda continua, que va siempre más allá, más allá de lo alcanzado. El hombre, como la Escritura recuerda tantas veces, especialmente en los Salmos, experimenta nostalgia y suspira: «mis ojos se consumen ansiando tus promesas», afirma el Salmista (Salmo 118).

El hombre, de hecho, al igual que la realidad a la que aplica su fuerza de conocimiento, siempre está condicionado por el tiempo y el espacio, así como por el límite de sus capacidades. Dios, el Infinito, ha asumido nuestro carácter finito para poder ser percibido por nuestros sentidos y, de este modo, el Infinito ha «alcanzado» la búsqueda racional del hombre finito.

En esto consiste la «revolución» cristiana: Dios Creador «sale al paso», hoy y permanentemente, de la búsqueda racional del hombre que tiende hacia Él; sale al encuentro de la criatura que suspira por Él. Al hacerse hombre entre los hombres, el Hijo unigénito de Dios afirma: «Yo soy el camino, la verdad y la vida» (Juan 14, 16). Palabras que se convierten en una invitación que la Iglesia no deja de dirigir a los hombres de todas las latitudes y culturas. El Meeting por la Amistad entre los Pueblos quiere hacer eco este año a esta invitación, recordando que el infinito se ha hecho «encontrable», que todo hombre puede conocer a Dios y saciar en Él su propia sed.

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